lunes, 28 de noviembre de 2011

La causa de las mujeres

Las cabezas de los diferentes diarios de la entidad coincidieron, lo que no es común, al referirse a la violencia de que son objeto las mujeres y como el fenómeno ha venido en aumento. Sobre ese problema social, cultural y político, hay desde luego varias percepciones. Lo importante es que hasta los grupos conservadores se han sumado a las causas de las mujeres, aunque no en todas sus vertientes.

Por ejemplo, en relación al derecho de las mujeres para decidir sobre su cuerpo, la andanada de presiones para que se modificaran las constituciones estatales a contracorriente de los posicionamientos mundiales sobre  ese particular, las mujeres de los grupos de la derecha, y también sus hombres tienen criterios que más bien son atentatorios de las causas de las mujeres. 

No obstante, en lo que se refiere a la violencia en general, todos parecen coincidir. Hasta las autoridades que son cuestionadas  declaran que respaldarán esas causas, aunque en la práctica no siempre  haya coherencia, como es el caso  con las investigaciones de los feminicidios.

Y hay además  un problema  cultural muy arraigado en hombres y mujeres. A mí, por ejemplo, me sucedió que presenciando un pleito marital en la calle, en el que el hombre estaba golpeando a su pareja en una forma tal que  me impulsó a interponerme  para evitar la reyerta, fui atajado por  la mujer  que  me pidió que no me metiera; no es la primera anécdota que en estos términos he conocido,   pero importa sólo para subrayar que  el problema tiene muchas aristas que deben atenderse. Estimo que la celebraciones o las fechas   que aluden a problemas específicos -día de no fumar, día de la no violencia, día de los árboles, etc-   son útiles para crear conciencia, pero que deberían acompañarse en cada caso, y más en este, de un listado de acciones concretas, de medidas de escarmiento para que no se queden en la mera declaración y la solidaridad de todos en contra del fenómeno. Por cierto, la violencia  encuentra causas muy diversas, es cada vez más sangrienta, y ese talante va influyendo para que la que se ejerce en contra de las mujeres sea también más exacerbada. Y no me refiero sólo a la violencia física, sino a las muchas otras expresiones en que se hace palpable la agresividad en contra de las féminas. Como quiera que sea, el que partidos, diarios y sociedad en general hayan resaltado la violencia  de que  son objeto las mujeres es una buena señal.  Por demás está señalar que el alcoholismo, la pobreza, la falta de empleo, la pérdida del salario, la imposibilidad de que los niños vayan a la escuela, y todo lo que enmarca la parte subdesarrollada de nuestra sociedad, también determina y afecta a la violencia general y a la específica en contra de las mujeres. Y es en todos esos ámbitos que se debe de actuar.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Cannes

Me doy una licencia para escribir ahora sobre un tema que puede tener poco que ver con nuestros problemas aldeanos. Cuando hablamos de Cannes, no nos referimos a  una jauría de perros, tampoco de una reseña cinematográfica de aquellas que le han dado fama a esa ciudad del sur de Francia, donde se celebra, año con año,  una pasarela de artistas y películas; no.

Se trata de una reunión que tiene lugar allá, en Cannes, que reúne a los presidentes de los 20 países más fuertes del mundo, el llamado G-20, entre los que está México, quién iba a creerlo, y que discuten sobre qué hacer con la crisis mundial en puerta, o más bien que ya está en la casa de todos.  La presión que se ha ejercido sobre Grecia hace evidente que nadie se puede salir del corral. Papandreu, el primer ministro  de ese país, tuvo que echar marcha atrás. Él quería preguntarle  mediante un referéndum a sus paisanos si se aceptaba o no  el plan propuesto por los países de la zona euro, a lo que  era previsible que la gente dijera: no, no lo aceptamos. Pero tuvo que desistir. O aceptas o la Unión Europea sigue sin ti y te dejamos con tu deuda que asciende a 170% del Producto Interno Bruto del país ateniense. También demuestra qué países, Francia y Alemania, son los que llevan la batuta. Pero hay otros que también padecen lo que Grecia: Italia, España y Portugal. Y los fondos europeos que alimentan, sobre todo los países fuertes ya citados, no van a alcanzar para todos, y ése es el gran problema, aquí y allá.  La crisis que sufren todos los gobiernos, sean de izquierda o de derecha, sean parlamentarios o presidenciales,  es una crisis de recursos.  Los estados y sus finanzas se debilitan y a las múltiples peticiones de sus gobernados tienen que decir, no, no alcanza, no hay. 

Y ahora resulta que Calderón, el presidente mexicano, va a presidir ese G-20 y ya empieza a dar consejos de lo que se debe hacer.  Candil de la calle y oscuridad en su casa. ¡Vaya! México en efecto está dentro de los 20 por su riqueza, por el tamaño de su PIB, por el volumen de sus exportaciones, sí,  pero cuando se analiza su desarrollo humano ya no nos va tan bien. Justamente se acaba de dar a conocer el estudio anual de Naciones Unidas y en ese renglón ocupamos el lugar número 57, e incluso si introducimos el concepto de equidad y de género, nos vamos hasta los lugares 72 y 76 respectivamente. Somos ricos y pobres. Pero sobre todo inequitativos, es decir los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Ése, nuestro mayúsculo problema, sólo podrá solventarse  con otras políticas públicas. Y sobre ellas hay diferentes puntos de vista. Por ejemplo, en materia laboral hay quienes quieren una reforma, que sin duda es necesaria, lastimando derechos adquiridos de los trabajadores; en materia de hidrocarburos, hay quienes desearían ceder parte de la soberanía permitiendo inversión privada y extranjera en Pemex. Si esas reformas, como otras, no han transitado es porque en el interior de la sociedad no hay acuerdos sobre el rumbo a seguir. Si esos acuerdos existieran fuera del congreso, éste no tendría más que procesarlos. Y esos acuerdos tienen que construirse no con los máximos de cada quien, sino a partir de los mínimos, a partir de los cuales va a ser necesario negociar. Cuando las élites entiendan el momento de México, y lo que se necesita, cediendo algo de sus pretensiones, las cosas van a caminar mejor. Ya ha sido así a lo largo de la historia. Las diferencias tienen que reducirse.  Y volviendo a Cannes. Las diferencias entre Alemania y Grecia en materia fiscal son abismales, pero si quieren conservar la unidad europea tendrán que conciliarse. Lo mismo aquí. Tenemos que conciliar los extremos. Y esa tarea es eminentemente política.