Me doy una licencia para escribir ahora sobre un tema que puede tener poco que ver con nuestros problemas aldeanos. Cuando hablamos de Cannes, no nos referimos a una jauría de perros, tampoco de una reseña cinematográfica de aquellas que le han dado fama a esa ciudad del sur de Francia, donde se celebra, año con año, una pasarela de artistas y películas; no.
Se trata de una reunión que tiene lugar allá, en Cannes, que reúne a los presidentes de los 20 países más fuertes del mundo, el llamado G-20, entre los que está México, quién iba a creerlo, y que discuten sobre qué hacer con la crisis mundial en puerta, o más bien que ya está en la casa de todos. La presión que se ha ejercido sobre Grecia hace evidente que nadie se puede salir del corral. Papandreu, el primer ministro de ese país, tuvo que echar marcha atrás. Él quería preguntarle mediante un referéndum a sus paisanos si se aceptaba o no el plan propuesto por los países de la zona euro, a lo que era previsible que la gente dijera: no, no lo aceptamos. Pero tuvo que desistir. O aceptas o la Unión Europea sigue sin ti y te dejamos con tu deuda que asciende a 170% del Producto Interno Bruto del país ateniense. También demuestra qué países, Francia y Alemania, son los que llevan la batuta. Pero hay otros que también padecen lo que Grecia: Italia, España y Portugal. Y los fondos europeos que alimentan, sobre todo los países fuertes ya citados, no van a alcanzar para todos, y ése es el gran problema, aquí y allá. La crisis que sufren todos los gobiernos, sean de izquierda o de derecha, sean parlamentarios o presidenciales, es una crisis de recursos. Los estados y sus finanzas se debilitan y a las múltiples peticiones de sus gobernados tienen que decir, no, no alcanza, no hay.
Y ahora resulta que Calderón, el presidente mexicano, va a presidir ese G-20 y ya empieza a dar consejos de lo que se debe hacer. Candil de la calle y oscuridad en su casa. ¡Vaya! México en efecto está dentro de los 20 por su riqueza, por el tamaño de su PIB, por el volumen de sus exportaciones, sí, pero cuando se analiza su desarrollo humano ya no nos va tan bien. Justamente se acaba de dar a conocer el estudio anual de Naciones Unidas y en ese renglón ocupamos el lugar número 57, e incluso si introducimos el concepto de equidad y de género, nos vamos hasta los lugares 72 y 76 respectivamente. Somos ricos y pobres. Pero sobre todo inequitativos, es decir los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Ése, nuestro mayúsculo problema, sólo podrá solventarse con otras políticas públicas. Y sobre ellas hay diferentes puntos de vista. Por ejemplo, en materia laboral hay quienes quieren una reforma, que sin duda es necesaria, lastimando derechos adquiridos de los trabajadores; en materia de hidrocarburos, hay quienes desearían ceder parte de la soberanía permitiendo inversión privada y extranjera en Pemex. Si esas reformas, como otras, no han transitado es porque en el interior de la sociedad no hay acuerdos sobre el rumbo a seguir. Si esos acuerdos existieran fuera del congreso, éste no tendría más que procesarlos. Y esos acuerdos tienen que construirse no con los máximos de cada quien, sino a partir de los mínimos, a partir de los cuales va a ser necesario negociar. Cuando las élites entiendan el momento de México, y lo que se necesita, cediendo algo de sus pretensiones, las cosas van a caminar mejor. Ya ha sido así a lo largo de la historia. Las diferencias tienen que reducirse. Y volviendo a Cannes. Las diferencias entre Alemania y Grecia en materia fiscal son abismales, pero si quieren conservar la unidad europea tendrán que conciliarse. Lo mismo aquí. Tenemos que conciliar los extremos. Y esa tarea es eminentemente política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario