jueves, 19 de enero de 2012

La espera

Perspectiva
La espera
Rodolfo Becerril Straffon
Se dice que el lunes a las dos de la tarde el CEN del Partido Revolucionario Institucional ha citado a los tres a los cuales se sometió a una encuesta. Es la tercera vez que se pospone la cita ¿De ahí saldrá la candidatura?  Nadie sabe. ¿Se tomarán en cuenta a otros? ¿Existe otra terna o una cuarteta diferente? ¿Qué es lo que sabe cada quién? Si de esa terna se designará al candidato a la gubernatura, ¿Qué se les habrá ofrecido a los que no? ¿Y qué  pasará con los otros nueve, de los doce en lista? Eso es en el PRI. En el PAN la espera tiene otros matices ¿Ganará la propuesta del gobernador? ¿De veras se cree que éste permanezca neutral? ¿Cómo se darán los equilibrios entre el ala tradicional y el neo panismo? De lado del PRD, ¿Acabará imponiéndose la corriente de los “chuchos” o la tendencia de AMLO le habrá echado a perder sus  aspiraciones al senador? Los diversos medios dan cuenta de los hechos o  lanzan críticas o elogian a aquellos con quienes no simpatizan o simpatizan, según el caso, tratando de influir en él  ánimo ciudadano; otros dan por bueno  a uno o a otro. En las calles ya no hay espacio para más publicidad política; los autobuses van y vienen con la propaganda de aspirantes a gobernador, a diputado  o presidente  municipal no sólo de Cuernavaca, la capital, sino de la zona conurbada; todo ello multiplicado por todos los partidos políticos. Por mera curiosidad sería interesante contar cuantos se promueven en estos días por esa vía, todos apostando a las encuestas, a “posicionarse ”, a sentir la satisfacción de figurar aunque sea en los postes, en las bardas, lanzando frases que pueden servir para cualquiera o que cualquiera puede suscribir. Son las contiendas internas de los partidos,  pero la publicidad de unos y otros toca a toda la sociedad; no se puede uno abstraer de mirarla y para colmo con lo lento del tránsito, sin poder rebasar a las “rutas”, uno va atrás de uno de los aspirantes por largos minutos y después se los encuentra en el libramiento pero más grandotes. Los teléfonos timbran o vibran más seguido. Los rumores proliferan y las filtraciones están a la orden del día. En base a ellos las especulaciones no se dejan esperar. Todos  creemos merecer la nominación, aunque, en ningún partido nadie podrá alzarse con la victoria sólo.  En todos lados reina la incertidumbre y la espera se prolonga.  Los abanderados, que aún no tienen bandera, esperan. Las banderas por las cuales se luchara, esperan. Las propuestas también esperan; los programas, ni se diga. La mercadotecnia se impuso y somos sus esclavos, unos más, otros menos. La sociedad observa, lee los movimientos, cuestiona. Un alto porcentaje en las encuestas aparece como indeciso. Ese porcentaje no sabe por dónde inclinarse. No atina a distinguir al mejor o de plano no lo encuentra. Las autoridades electorales se ven rebasadas para regular el proceso. No hay demandas específicas. Y si las hubiera, les costaría imponer una sanción porque no hay quien pueda lanzar la primera piedra por estar libre de culpa. Son pues los tiempos señor San Simón, los de una democracia incipiente en la que de todas maneras debemos y tenemos que participar y quizá por ser incipiente con mayor razón;  en el próximo proceso, a nivel nacional, cinco millones de jóvenes tendrán derecho a  votar; lo harán si no los decepcionamos, si les ofrecemos razones, si las ideas- en medio de la propaganda y la publicidad, en medio del derroche, el dinero y los  intereses metidos en la política--  tiene algún espacio. Si ello ocurre, la espera habrá tenido algún sentido.